jueves, 20 de noviembre de 2008

Mis viajes a Zambia: capítulo XI

Miércoles, 15 febrero 2006.
Me levanto a las cinco menos veinte, hora local. Hay agua calentando. Está solo Dany en la cocina. Aprovecho para ducharme. Cuando entro en la ducha Mauro sale vestido de la habitación. Justo en el momento de ponerme los calcetines, me da un apretón y salgo disparado al baño.
Ya todos desayunaron. Me tomo un té y una pastilla de Fortasec. Nos vamos. Dany nos abraza. El abrazo es algo especial aquí, solo se abraza en la intimidad, en familia, en los acontecimientos importantes. Como estoy mal me dejan ir delante yo solo. En Solwezi JM tiene que hablar con el obispo. Además aprovecha para que le revisen la bocina que no funciona. Allí mismo en la finca de la diócesis, hay un taller. Las chicas acompañan a JM para ir al servicio. Cuando regresa JM aun hemos de esperarle en el centro, pues tiene que ir al banco. La verdad es que el día es espléndido. Es maravilloso gozar del verano en pleno febrero.
En Kitwe se queda ChT. A falta de 300 km. Hacemos alto en la carretera para comer, igual que a la ida. Yo, por si acaso no pruebo bocado, solo bebo agua. Dany preparó empanadillas y parece que están buenas. Al atardecer estamos en Lusaka. En la residencia no hay quien nos atienda y hay que ir hasta las monjas. Por fin podemos dejar el equipaje e irnos a cenar. JM nos lleva a una pizzería. Ellos piden pizza y yo medio pollo a la brasa. Aunque es grande lo termino después de veinticuatro horas de ayuno. La pastilla ha hecho efecto y me encuentro bien.
JM necesita ver el correo, así que aprovecho para ver el mío. Hay un correo de casa. Envío uno rápido, porque el tiempo de uso es caro. Es tarde. En la residencia vemos un rato la tele, antes de acostarnos. JM, Mauro y yo estamos en la misma habitación. Al poco rato JM ronca plácidamente y a mi el calor no me deja conciliar el sueño. Pasan horas antes de caer rendido y las experiencias vividas acuden una y otra vez a mí. Creo que habrá un antes y un después de este viaje. La realidad adquiere una perspectiva diferente. El sueño me rinde al fin.

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