Podar las rosas es un ejercicio positivo porque estimula el florecimiento. Cuando se podan las rosas marchitas, surgen nuevas flores más bellas y el rosal se fortalece y luce espléndido.
A veces una idea es como una rosa. Surge espléndida de color y aroma y seduce a su entorno, con la belleza de su forma y color y además embriaga los sentidos con su delicioso aroma.
Cuando la idea se marchita, porque ya no tiene frescura, porque ya no tiene fuerza, porque ha quedado obsoleta, hay que ser valiente y cortarla, para dejar paso a una nueva, fuerte y vital que nos maraville con su presencia.